dijous, 27 de juny del 2019

De la H a la P de PERSONA.


Milagros Dolores, Marcelino, Juan, Antonio, José, José, Salvador, Elena, Ana, Eusebia, Manel y Enric. Trece (o 12+ 1 como decía el famoso campeón del mundo) personas que el fin de semana de la verbena de San Juan estaban ingresadas en el pasillo que, como enfermera, tenía asignado.
No tenía sus nombres apuntados en un papel sencillamente los recuerdo. Tal vez porque no tengo mala memoria (al menos por ahora) tal vez porque a lo largo de doce horas el sábado y otras tantas el domingo, los estuve repitiendo muchas veces. Tengo por costumbre dirigirme a las personas por su nombre y el que estén ingresadas en un hospital y pasen a ser llamados pacientes no es un motivo para que yo cambie mi costumbre.
Ingresar en un Hospital provoca una despersonalización del individuo por parte del proceso en sí y por los profesionales que van a estar relacionados con sus cuidados.
Quien no ha escuchado “la paciente de la 104 “, “la señora de la hernia “ o la versión premium:
 “la hernia de la 104 “
Una definición en la que el hecho de ser persona no parece un dato importante. O más bien está implícito, por lo que se omite.
¿Pensamos en algún momento que la persona que ingresó, viste con una bata no muy discreta, a veces comparte habitación y baño con otra persona a la que no le une ningún vínculo? ¿Qué puede llegar a necesitar ayuda para realizar su higiene, mostrando su desnudez a otros ? 
Quien haya leído hasta aquí tal vez pensará en  las corrientes humanizadoras que se han extendido a todos los ámbitos (o casi todos). No voy a discutir sobre la idoneidad o no de la humanización. En cualquier caso, sí que diré que siempre me he sentido humana y que cada vez más estoy a favor de Personalizar, porque como he dicho en alguna ocasión somos personas estableciendo una relación de cuidado con otras personas.
Y que más personal que dirigirse a esa persona que cuidamos, por su nombre, y que ella conozca el nuestro. Con ese sencillo gesto, el inicio de un dialogo, damos un punto de referencia, confianza y seguridad. La certeza que alguien sabe quien somos nos da tranquilidad, y cuando la persona pasa a ser paciente esa tranquilidad influye de forma positiva a nivel emocional y porque no físico.
A nivel asistencial, ámbito al que pertenezco desde siempre, nos encontramos en la actualidad con pacientes con edad tan avanzada como su dependencia, en algunos casos atendidos por cuidadores de su misma edad, en otros casos provienen de residencias en las que la ratio por enfermera es tan elevada que los cuidados que reciben no son incorrectos, son los que se consiguen dar. Y hay mucha soledad como única  compañera  siendo tal vez el único testigo del final de una vida.
Todos ellos con historias de vida que recuerdan a la perfección y les reconforta compartir. Y el poderlas escuchar nos aporta  información que puede hacernos entender ciertas actitudes, comportamientos …Pero para ello hace falta algo, tiempo. Y el tiempo, ajeno a nuestras suplicas, corre sin darnos cuenta, y al acabar el turno tienes la triste sensación de haber sido una dispensadora de medicación, el alter ego de una administrativa dada la cantidad de registros que hay que cumplimentar por vía informática. Quede claro que los registros son la constancia escrita de nuestro trabajo diario y una herramienta necesaria para evaluar resultados, pero la agilidad de lo programas no se corresponde por ahora, en la mayoría de los casos, con el ritmo de trabajo que la presión asistencial nos marca.
Es por ello que muchos días al salir de la planta lo que me queda a nivel particular es haber podido llamar por el nombre a cada uno de los pacientes con los que he estado y que oiga Cris en voz de algún familiar.
Porque tal como lo veo y si nos planteamos empezar a transformar la atención, que se supone que ha perdido humanidad, personalizando a quien cuidamos y a nosotros mismos. Y sí,vamos detrás del minutero todo el turno, pero al entrar en cada una de las habitaciones llamar a quién nos dirigimos por su nombre y decir el nuestro no nos quita más de un minuto.

Nombrar y tratar a un ser humano como persona es la mayor distinción moral y ética que se le puede ofrecer y al mismo tiempo, revela la calidad de ser persona de quien es capaz de hacerlo, como los enfermeros con sus pacientes. Emanuel Mounier (Francia, 1905-1950)

Mounier fue uno de los filósofos que contribuyó de forma más importante a forjar el Personalismo.La doctrina personalista es la que afirma el primado de la persona humana, sobre las necesidades materiales y sobre los mecanismos colectivos que la sostienen.
¿Sería muy descabellado plantear la formación en ciencias humanas (que no humanización) que ofreciesen herramientas para entender la importancia de la persona y su individualidad?
Que los estudiantes supiesen personalizar la atención, dando valor a la identidad de quien pasa a tener el nombre de una patología o el numero de una habitación.

La calidad de los cuidados no sólo es cuantificable, ha de poder cualificarse y no se me ocurre mejor manera que acabar estas líneas con palabras de Gonzalo Miranda: https://www.bioeticaweb.com/byline/gonzalo-miranda/

Cuidar de un ser humano es colaborar en dotar de sentido a la persona enferma, ayudándole a superar la sensación de inutilidad y de estorbo social, a aliviar su sufrimiento, no solamente dolores físicos. La persona del enfermo no es un sujeto que deba ser tratado como objeto estático que está a disposición de los agentes sanitarios, sino que es un ser ante el que se asume una responsabilidad, en los actos y decisiones del que lo cuida. (3)

(1) Mounier, Emmanuel. (1997) Mounier en Esprit. Caparros Editores,
Col. Esprit, No. 26, 1997, p. 18-19.
(2) Torralba Rosello, Francesc. ¿Qué es la dignidad humana? Ensayo
sobre Peter Singer, Hugo Tristán Engelhardt y John Harris.
Institut Borja de Bioética. Universitat Ramon Llull, Editorial Herder, Barcelona, 2005, p. 152.
(3) Miranda, Gonzalo. “Fundamentos de la bioética personalista.” Centro di Bioética de la Universidad Cattolica del Sacro Cuore,
I Simposium europeo de Bioética, Roma, 1993, s/p.

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