Este ingreso
está siendo diferente a los otros. Antonio que en los últimos dieciséis años ha
pasado muchos de sus días en la habitación de un Hospital, intuye que esta vez la
partida contra la disnea y el dolor no la está ganando él
La noche
pasada no ha sido buena. Debido al ahogo el mando de la cama se ha convertido
en la extensión de su mano cuya función principal ha sido encontrar esa
posición ideal en la que poder descansar sin boquear como un pez fuera del agua.
A su lado Isabel, su esposa hace 51 años, que ha decidido llevar el mismo ritmo
de comidas y sueño que él. Son demasiado años andando juntos e ir a una.
Isabel está
realmente preocupada. Ha visto a su marido superar situaciones muy difíciles y
ahora también ve su cansancio. Lleva años sabiendo que este momento llegaría,
pero el dolor al pensarlo es demasiado grande y ha preferido borrar la palabra
futuro y vivir el presente. Lo decidió en la consulta del oncólogo cuando éste
les dio la noticia que cambió sus vidas en unos minutos, aquel tumor que se
había llevado por delante a una porción de un pulmón había vuelto con más
fuerza y esta vez con intención de quedarse.
A primera hora
de la mañana Antonio estaba agotado, con dolor, sufría. La enfermera viendo que
la situación si cambiaba no sería para mejorar, llamó a quien al llegar informó
a Isabel y a Antonio de la situación y la acción para solucionarla, con la rapidez
de quien está a una hora de acabar la guardia, una solución que estaba en el horizonte
pero aún no era la primera opción. Y esa rapidez es una compañera no muy recomendable
porque impide tener en cuenta a quien está escuchando, donde se encuentra y sobre
todo como y que palabras se utilizan. Porque esa solución no sólo la recibió Antonio,
también Isabel, que vio que aquel futuro que había estado evitando se
presentaba de golpe delante de ella, provocando que ese dolor acumulado en años
saliese desbordado a través de lágrimas que no podía contener.
¿Somos
conscientes como profesionales, que tenemos la capacidad de comunicar una
noticia que cambiará por completo las expectativas de una persona y su familia?
¿Medimos el alcance del impacto emocional que ello puede suponer antes de
hablar con ellos? ¿Como enfermeras estamos formadas para acompañarlos después
de haber recibido una mala noticia, o dar respuestas a preguntas que a lo mejor
también nos dejan sin palabras?
EL proceso de
informar viene condicionado por el propio paciente, la situación en la que se
encuentre, y su entorno cercano. Pero es evidente que el como se diga, lo que
se diga y donde, influirán de forma importante en un proceso que se inicia para
él y la familia, la adaptación a una situación esperada pero temida a la vez.
Recibir
información a través de la comunicación es un derecho del paciente, una
obligación para con él de carácter ético.
A nivel estatal
la Ley 41/ 2002 establece que:
“la
información clínica forma parte de todas las actuaciones asistenciales, será verdadera,
se comunicará al paciente de forma comprensible y adecuada a sus necesidades y
le ayudará a tomar decisiones de acuerdo con su propia y libre voluntad”
A partir de
ahí el profesional que comunica una mala noticia ha de tener en cuenta que no
sólo informa. Su objetivo deberá tener cuenta que el sentimiento tras la
recibir esa noticia será seguramente de miedo, de pérdida de control de la situación,
de temor a sufrir, en definitiva, de incertidumbre ante una situación que se
percibe muy próxima. Es importante pues que su objetivo ha de ser también el
dar oportunidad a quien recibe la noticia de reconocer y compartir sus miedos.
La falta de comunicación en ese momento dará lugar a que el paciente y su
familia tengan que afrontar solos el proceso de final de vida, con lo que
conlleva de sufrimiento emocional.
La comunicación
de malas noticias debería de partir de un trabajo multidisciplinar. La no existencia
de éste nos lleva como enfermeras a encontrarnos tras la información de ese
calado, a pacientes o familias que son incapaces de gestionar por si solos el
dolor que frenes entonces cuando desde un inicio nuestra presencia y nuestra
disposición a escuchar ya es en sí terapéutica.
La escucha activa
ha de facilitar al paciente y/o familia que se escuche y se comprenda a si mismo.
No hacen falta nuestras palabras. En muchas ocasiones el sostener las suyas,
con empatía, comprensión y acompañando ayudarán a que como profesionales podamos
facilitarle la adaptación a la nueva situación.
El proceso de
comunicación de malas noticias es donde la aplicación de las técnicas de comunicación
verbales y no verbales será imprescindible.
En el momento
de compartir la información:
·
Se dará utilizando un
lenguaje claro y comprensible. Es necesario ser prudentes y evitar transmitir
entre líneas “no hay nada que hacer “.
·
Explicar las alternativas y cambios
terapéuticos reforzando los aspectos positivos (control síntomas, facilitar el
confort…).
·
Responder a las respuestas
emocionales que se puedan derivar.
·
No opinar ni juzgar como se
comporta el paciente y su familia.
·
Tener claro que lo comunicado
generará sufrimiento y deberá generar una actitud que no bloquee la expresión
de sentimientos.
·
Reforzar la idea que no se
les dejara solos ante la nueva situación garantizando una continuidad de cuidados.
De ahí la relevancia del trabajo y comunicación multidisciplinar.
Pero que
ocurre si esa mala noticia es dada por quien no es el profesional de referencia,
que no conoce el entorno del paciente, y se centra en el aspecto terapéutico. Ocurre
que la información la da a una esposa que lleva casi cinco días sin moverse del
lado de su marido, cansada física y emocionalmente porque lleva años siendo la cuidadora
principal de él. Que no puede asumir sola esa pérdida inminente, que se ve
llevada a decidir, en caso de que Antonio no pueda, iniciar una sedación que
sabe ya, no será reversible.
Que no se ha
tenido en cuenta que, aunque Antonio está sufriendo por su disnea, está
consciente y ajustado a su situación vital y diagnóstica por lo que hay que
poder dejar que él pueda compartir la decisión de cuando iniciar la sedación y
por el momento controlar de forma adecuada los síntomas.
Que antes que profesionales
somos personas y ello nos ha de ser capaces de entender desde nuestra condición
humana el difícil momento que vamos a crear. Por ello es tan necesario ver no
solo una diagnostico sino a una persona a la que se ha de facilitar confort y a
una familia a la que escuchar.
Aquella mañana
Isabel solo podía llorar, necesitaba compartir con alguien lo que sentía. Se sentía
mal consigo misma por no estar tan serena como Antonio. Ese sentimiento la hacía
sentir culpable de no ser tan fuete como su marido.
Era necesario
dejar que expresase ese malestar, escucharla sin juzgarla, facilitar esa
ventilación de emociones contenidas, mientras llegaban sus hijos que vivian lejos
y tardarían aun en llegar.
Como enfermeras
hemos de ser capaces de asumir ese cuidado emocional, teniendo en cuenta que
nuestro silencio que escucha ya es en sí un cuidado.
Aquel día con
el cambio de guardia, también cambió el emisor de las noticias. Habló con Antonio,
le escuchó, respetó su autonomía para decidir y a la vez explicó con total empatía
las opciones a corto y largo plazo. A Antonio se le inició un tratamiento para paliar
en lo posible la disnea y el dolor, y fue capaz de comer y sonreir a su
compañera de vida. Era el día en el que la magia de los Reyes de Oriente llega
a todos los rincones, incluida una habitación de Hospital. Allí tuve la ocasión
de realizar la que fue su última fotografía juntos.
Dos días después
Antonio fallecía, acompañado de su familia, de forma tranquila. Tras haber podido
despedirse de sus hijos que apoyaron a su madre en el momento de iniciar la sedación,
que Antonio había podido expresar que quería llegado el momento.
El cambio de
esa situación: un relevo en la guardia médica, una profesional que escuchó los
deseos de Antonio, que valoró de forma global la situación. Que hizo saber con
sus palabras y actitud que no iba a dejarle sólo, que explicó a Isabel los
pasos que seguiría el tratamiento, que paliando los síntomas les regaló dos días
más.
Ahora el
sufrimiento se lo quedaba Isabel que iniciaba su duelo por la pérdida de quien
conoció en un baile hace ya muchos años.
Desde aquí mi
reconocimiento a la Dra. E. Barba, de la siempre recibo en sus guardias una
lección de como diagnosticar teniendo en cuenta no sólo los síntomas sino la
persona que los manifiesta, y a la familia que le rodea. Y realizando un
abordaje emocional que sale de su empatía, y ética profesional,
Dedicado a Antonio
a su defensa de su autonomía hasta el último minuto de su vida y a Isabel que
le acompañó en sus últimos pasos, y que a partir de ahora andará acompañada por
los recuerdos de una relación de complicidad y amor.
Bibliografia :
1-
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Villodres Paloma. Compartir las malas noticias. Index Enferm [Internet].
2011 Jun [citado 2019 Ene 24] ; 20( 1-2 ):
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http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1132-12962011000100029&lng=es.
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Herrera Andrea,
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http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872014001000011.
Muy interesante la información, yo hace poco realice este curso fp cuidados auxiliares de enfermería, ya que me parece importante la promoción de la salud y apoyo psicológico al paciente.
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