Como cada año, con el inicio de septiembre, mi Hospital daba
por finalizado de forma oficial el “modo slow “al que se suman cada agosto, pasillos,
plantas, quirófanos y en cierto modo impregna bastantes rincones de forma
imperceptible.
Ayer toda la maquinaria se volvía a poner en marcha. Algunos
regresaban aun oliendo a sol, aire libre y calma.
Los que guardábamos ese aroma cogido en Julio como un
recuerdo ya, volvíamos a nuestras unidades, en medio de un olor a limpio y aire
cautivo. Es en cierto modo renovador abrir las persianas, y volver a coger los
carros de curas revisando como un acto reflejo que no falte nada, sin pensar
que han estado en “boxes “esperando a sus “pilotos “.
Este año volvía a mi planta, después de un agosto en el que
por primera vez fui la más veterana, de mi turno. Alguna vez había de ser…
Este año, saltaba a la blogosfera un debate acerca de la
situación vivida en algunos centros, donde la falta de experiencia del personal
contratado en algunos servicios había dado lugar a situaciones límite. Son
situaciones para nada deseables. ¿La solución? Difícil respuesta, sin abrir más
líneas de debate.
Por un lado, queda claro que, si hay un número elevado de
personal recién graduado en verano, es porque la gran mayoría de “veteranos “,
han solicitado sus vacaciones en un mes concreto. Cosa totalmente lícita, la
cuestión es si seriamos tan altruistas como para repartir las vacaciones para
que el ratio de experiencia y recién llegado fuese equitativo…
Otra cuestión que lanzo la preparación practica de los
nuevos graduados.Cierto es que nadie sale de la facultad sabiendo de
todo, pero muchos de nosotros tuvimos un primer verano, y conceptos como el
priorizar, el organizar, el preguntar, el observar, en definitiva, aprender no
empezando por el tejado, lo teníamos muy practicado.
Porque el verano es “la primera vez hospitalaria “para muchos,
y con el paso de los años he pasado de ser yo la que daba mis primeros pasos, a
ser la que observa como los dan otros. Pero no solo hay que observar…
En mi momento, y mis 22 años los ordenadores eran una
utopía, las ratios ahora serian vistos como un escándalo, y quien me guio
fueron mis compañeras auxiliares mucho más veteranas que yo, y que fueron y han
sido maestras.
Ahora la digitalización dirige todo el ingreso hospitalario,
por lo que, a la adquisición de destreza en las técnicas, capacidad de
observación ante cualquier signo de alarma, habilidad para retener todas las
indicaciones, mensajes, recados que vas recibiendo, has de añadir una master
class para recordar todos y cada uno de los registros que necesita cada
paciente.
Por suerte esta generación ha crecido y educado en un mundo
2.o y su capacidad de aprendizaje en ese sentido es comparable al de una
esponja.
Este verano, por uno de esos caprichos del destino, he
tenido como compañera al recuerdo que tengo de mí el verano de 1993, cuando una
Cris de pelo largo empezaba a dar sus pasos por el Hospital, hecho persona.
Y es que Cristina tiene 22 años, y este verano es “su
primera vez”.
Siempre he pensado que la primera vez que te vistes de
blanco es cuando sabes si has escogido bien o no. Hay algo que no se explicar
que te hace saber que estas donde debes. Que aquello que hace sentir bien.
En la mirada de Cris ves ilusión, ganas de saber. Esa imagen
al ver a alguien moverse como pez en el agua por el pasillo, es algo que
aprendes a reconocer, y no me refiero a ligereza por experiencia sino a ese
movimiento de quien se siente en su elemento.
Mi joven compañera además la virtud de preguntar, y de
aceptar consejos. Estaréis de acuerdo conmigo en que en Enfermería el
aprendizaje tiene diferentes canales, pero la transmisión oral es muy
importante porque despeja duda y eso evita posibles errores. Así estos días que
hemos coincidido, si le he sugerido o aconsejado, lejos de molestarse, ha
observado y preguntado, y ante una duda ha pedido ayuda porque creo que tiene
ya claro que entre sus manos hay personas.
Su buena disposición siempre ha estado ahí, y eso la va a
ayudar a evolucionar, porque situaciones difíciles las tendrá, como todos,
Los veranos tienen eso, trabajar con compañeros que estrenan
pijamas, zuecos y una forma de vida.
Personas que verán cumplido su sueño de trabajar en lo que
ellos habían querido ser siempre, y otros que se darán de bruces con una
realidad que no será lo ellos habían dibujado en su mente.
Una situación que me lleva a pensar si en los
periodos de prácticas se debería evaluar no solo las técnicas sino, aunque sea difícil,
si esa persona ha escogido bien su futuro. A veces es mejor rectificar tras
unas prácticas que acabar llorando sobrepasado por situaciones que en el fondo
te desbordan. Y no vivirlo como un fracaso sino como la oportunidad de
descubrir tu tiempo para buscar lo que les haga sentir felices,su ventaja la juventud, en la mayoría de los casos, que les regala tiempo.
Y es que ya lo decía
Confucio:
“Se feliz en tu
trabajo y no trabajarás ningún día "
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