dimecres, 13 de setembre del 2017

Regalos sin precio.La luz de Candela

El día de su ingreso, su evolución era tan incierta que el medico tras hablar con su hija, acabó su nota de ingreso con dos palabras en negrita: no RCP.
Candelaria, pasó los dos primeros días de ingreso en la cama, sin hablar, casi sin comer, como si desde algún lugar estuviera decidiendo hacia donde ir, a que luz seguir, esa de la que algunos hablan y que ilumina un túnel, o la luz del día.
La luz de Candelaria no iba a dejarse apagar tan fácilmente. El segundo día que la vi con los ojos abiertos ya me pidió agua, que yo disfracé de gelatina (que mal disfraz para el sediento es el agua gelificada. Será gelificada, pero de agua …).
Los cambios a mejor ya fueron sucediéndose de forma paulatina. Primero el desayuno que iba tomando poco a poco, para luego salir de la cama para sentarse, aunque fuese un rato.
La evolución no solo era física, aunque a Candelarias la mente empieza a perderse a ratos, el habla se fue recuperando, dejando al descubierto el porqué de su nombre, el acento tinerfeño la delataba.
Y así fue como estando ya una mañana en la silla, me llamó y me pidió poder ir al baño. Cierto es que los primeros días su estado hizo empeorar su incontinencia. Pero ahora volvía a ser consciente, aunque de forma parcial, de su necesidad.
¿Como negar esa pequeña pizca de autonomía, Como ignorar esa defensa de una dignidad que cada vez se siente más mermada?
Algunos autores definen la fragilidad como una disminución progresiva de la capacidad de reserva y adaptación de la homeostasis del organismo como consecuencia del envejecimiento, influenciada por factores genéticos y acelerada por enfermedades crónicas y agudas, hábitos tóxicos, desuso y condicionantes sociales y asistenciales. La fragilidad comporta, a partir de un umbral determinado, una mayor vulnerabilidad del anciano delante de la enfermedad, un aumento del riesgo de deterioro funcional y la consecuente dependencia en el desarrollo de las actividades de la vida diaria, y en última instancia la muerte
En la actualidad la prevalencia a nivel mundial de la fragilidad se sitúa entre el 7 y el 28%. Es por ello necesario plantearse un cambio en los planes de cuidados para prevenir en lo posible el declive funcional y mejorar la calidad de vida.
Varios estudios demuestran que la mayoría de ancianos frágiles pierde, tras su ingreso hospitalario, porcentajes de alguna de sus capacidades para las actividades para la vida diaria.
Hemos de trabajar como enfermeras, ya no sólo en mantener en lo posible la autonomía del paciente. También en casos de fragilidad en prevenir y/o evitar un aumento de la ya existente dependencia.
Sin olvidar nunca que como personas que son merecen un respeto y un mantenimiento de su dignidad. El personal sanitario como cuidadores incluyen en su práctica profesional actividades que protegen la dignidad del individuo, así como también conocimientos y sensibilidad hacia lo que es importante para los pacientes. Esa sería la esencia del respeto a la dignidad del paciente, ya que, demostrar respeto implica hacer lo que es bueno o lo correcto.(1)
Como Candelarias, muchos pacientes tienen reducida su capacidad funcional, pero no así la intelectual, o esta está al inicio de un deterioro que no les impide querer mantener a toda costa su autonomía o lo que queda de ella.
Y eso hicimos aquella mañana, Candelas no podía andar hasta el baño, pero si ir sentada en una silla adaptada. Y así lo hicimos, y ella pudo “soltar “el pañal, y de paso la dependencia que el conlleva.
Días antes del alta, Candelarias mientras le conectaba el antibiótico al catéter, me cogió la mano y me dijo.
-          Me gustas mucho niña, me gustas mucho porque eres sincera, porque tu cariño es de verdad. Que yo soy vieja, pero se de sentimientos.
Al momento me pidió que le recordara mi nombre,
-          Ah ¡Cristina, sabes? Cristina viene de cristal, no te podías llamar de otra forma porque eres transparente como él.
Y es que Candelarias según su hija veía a traves de los ojos, esos ojos que me sonreian cada mañana, y que al mediodía me miraban pícaros mientras le decía a su hija que si yo le daba de comer tragaria mas de dos o tres cucharadas.
Candelas logró emocionarme, regalarme un momento bonito, especial, de aquellos que guardas. Ya lo decía un anuncio hay regalos que no tienen precio.

(1) Vecillas Sevilla, Mª Teresa de Jesús. La dignidad en los cuidados de salud. Etica de los Cuidados. 2008 ene-jun;1(1). Disponible en <http://www.index-f.com/eticuidado/n1/et6759.php> 


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