Han pasado ya muchos años, pero
recuerdo como si fuese hoy a Lluís.
Lluís ingresó por una
descompensación de su Insuficiencia Cardiaca y tratamiento de unas úlceras vasculares.
Entrar en su habitación no sólo era ir a practicar una cura, era también
disfrutar de su saber, su conversación, su amplia cultura, su amor por la lectura,
por las artes. Cada mañana su hijo le traía tres periódicos que él leía y
mientras lo curaba íbamos comentando y compartiendo las noticias, Un día hasta me
llegó a comentar el libreto de una obra que su hijo estaba ensayando. En una de
esas mañanas
fue cuando me dijo uno de las
palabras más bonitas, sino las que más, que me han dicho como Enfermera
"Señorita, sus manos han sido como una caricia para mis heridas ".
Día a día, con reposo y el
tratamiento adecuado, las ulceras fueron evolucionando hasta que llegó
el día en que Lluís volvió a
su casa, con sus libros, sus periódicos, y el libreto de la obra de teatro de
su hijo.
Muchas cosas nos definen a todos y
cada uno de nosotros como profesionales: nuestra personalidad, nuestra empatía,
nuestra habilidad técnica y social, la capacidad de observar...
De todo ello hablamos en muchas ocasiones,
pero hay una parte de nosotros que también habla por nosotros, haciendo que se
nos llegue a valorar por su habilidad o destreza y es que en cierto modo al
igual que la mirada muestran su propio resplandor: Nuestras manos.
Las manos de los que vestimos el
pijama blanco (o verde, ...pijama, en definitiva) pasan muchas horas entre
vinilo, látex, solución alcohólica, agua y jabón en proporciones bastante parecidas.
Soñando seguramente con la hora en la que ya con la jornada finalizada, la
crema hidratante se pasee y cubra su piel.
Como Enfermeras nuestras manos
viven con nosotros, todas las estaciones de la vida. Desde su inicio, donde la
suavidad es la que lo domina todo (junto a ese aroma de talco, loción, leche materna,
y felicidad extrema), hasta la última etapa en la que tocan con mimo a quien
vuelve a convertirse en un ser frágil e indefenso...
Cogen con fuerza aún sin quererlo (¡cuanto
sufrimiento, en una contención física!) a quien su mente ha transportado a un
lugar lejano y quiere llevar a toda costa también a su cuerpo., y mueven con
todo el tacto del que son capaces a quien sabe que emprenderá ese último camino
donde irán juntos cuerpo y mente
Nuestras manos nos definen, como
profesionales y como personas. Por como gesticulamos, quien nos ve y escucha
recibirá nuestro mensaje oral de una manera u otra.
Nuestras técnicas mejorarán, irán
perfeccionándose y madurarán a la par que nuestras manos, que se irán volviendo
más hábiles con el paso de los años, haciendo que la pinza y el coger sean una
prolongación de ellas, no sabiendo donde empiezan unos y acaban otras.
Pero no sólo madurarán a nivel
técnico, sino a nivel emocional. Con el tiempo aprenderemos simplemente (¡cuánto
puede llegar a contener un simplemente!) a dar la mano.
Porque para todos los que formamos
parte del Equipo de Enfermería dar la mano, es mucho más, es dar apoyo,
consuelo, es " estoy aquí ", " te escucho", " me
importas",
Y es que, a lo largo del turno,
pensamos en nuestras manos como pensamos en nuestras piernas, pero a lo mejor
no pensamos en ellas como un ayuda en nuestros cuidados.
Cuantos miedos, nervios, ansiedades
se han ido calmando hablando mientras nuestra mano cogía la de quien estaba solo
en esa habitación….
Y el apoyo silencioso en un brazo,
haciendo saber que en ese espacio de tiempo hay alguien que se ofrece poder
compartir, aquello que duele de estar guardado.?
A nuestras manos no sólo les han
enseñado a administrar inyecciones y hacer torundas de gasas, su habilidad va
más allá.
Nuestras manos no serán de anuncio (tanto
Sterilium acaban con cualquier aspiración a modelo de manos) pero tienen mucho
que contar. Dicen que cada arruga es una experiencia vivida y nos hace más
sabios, imaginaros entonces, si nuestras manos hablasen, cuanta sabiduría por
compartir.
Y transmitir y enseñar, hemos de
saber enseñar a cuidar con las manos, a hacer ver de la importancia de tocar al
paciente, de tocar su piel, de hacerle sentir que le sentimos.
Los estudiantes han de saber y
aprender que los guantes los protegerán como profesionales de infecciones,
fluidos, pinchazos, y al paciente en procedimientos que requieran de asepsia.
Pero que el calor humano no contagia y el nuestro es uno de los mayores
cuidados invisibles que hay.
Y es que a nuestras manos no le
hacen falta palabras, sus gestos hablan por ellas y las hacen
RESPLANDECER
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