divendres, 12 d’octubre del 2018

El amor a veces sí que esta en el aire... y se ve si miras bien.


Con los años he ido aprendiendo que las miradas tienen su propio lenguaje. Uno que está fuera de nuestro control que nos delata, que no miente, que nos hace transparentes a quien sabe entenderlo.
Miradas que aman,cuidan, protegen que pueden llegar a demostrar un sinfín de sentimientos desde el silencio. 
En ocasiones, hay miradas que al encontrarse, se saben unidas por entenderse al primer parpadeo, lo que muchos llaman: 
“amor a primera vista “.
Y ese era el amor que se veía al entrar en esa habitación y verlos sentados al lado de la ventana. Uno sentado frente al otro,porque el amor que se tenían se "veía" 
Una relación bañada ya en oro, con una complicidad nacida de esas miradas que se lo dicen todo sin decir nada, que hacía que ella supiera en cada momento lo que él, su dolor, el físico y el que nace del alma, y por el que ella no llamaba al timbre (en la prescripción no constaba acariciar con cariño cada vez que se precise)
La enfermedad, como siempre aliena a los proyectos de vida, había ido, recaída tras recaída, intentar adueñarse de la voluntad de Ángel, pero él fortalecido por el amor hacía Josefina conseguía treguas que a cada ingreso eran más breves.
Ángel desde hacía unos meses no hablaba solo se relacionaba con la mirada, con la que respondía a su esposa e hijas ya que entendía y percibía lo que ocurría a su alrededor.
Ella decidida a mantener su mente activa,  escuchaba música con él, como hacían en casa, cada día un compositor diferente, un estilo diferente, que lograban mover una tecla invisible en su mente, la de su sensibilidad musical, que despertaba y como un resorte mágico hacía mover sus dedos como si de un pianista se tratase. (1)
Cada caricia, cada cucharada de gelatina, cada masaje en las manos era un “Te Quiero “, “sigo aquí “, “estamos juntos en esto “. Josefina era consciente de que la luz de su marido se iba apagando a cada ingreso un poco más, pero a la vez no quería perder la esperanza. Como me dijo una mañana “desde el último achuchón me ha regalado un año “, oírla era palpar ese amor que seguía tan vivo como cuando se conocieron.
Habían formado una familia, coincidido en aficiones, formas de ver la vida la complicidad habia sido inicio y sólida base de su proyecto común de vida.Ahora pienso que para ella era doloroso pensar en que por una vez su proyecto de futuro no coincidía con lo que la vida tenía pensado para ellos.Lejos de rendirse, la esperanza hacía que, aún consciente del diagnostico y la evolución, no quisiera admitir la situación vital de Ángel, por lo que antes del alta ya había dispuesto todo de mejoras en su casa, incluida la cama que lejos de separarlos iba adaptarse a su costumbre de dormir cogidos, aunque tuviesen que cambiar de lado después de tantos años. 
La disfagia se había añadido a la lista de complicaciones de Ángel y de preocupación para Josefina, que se debatía entre el miedo de no saber darle bien de comer o que de no comer se olvidase de hacerlo. Otro motivo de dolor que decidió mantener alejado con dosis masivas de paciencia y amor. Así a la hora de las comidas venía una de sus hijas y acercaba uno de sus brazos que él cogía y acariciaba a la vez. Josefina había descubierto que así y a pequeñas cucharadas Ángel comía un poco.
Y llegó el día de volver a casa, Josefina me abrazó y me dio las gracias por todo, cuando era yo quien tenía que dárselas a ella por dejarme ser testigo de ese amor tan visible.
Al cabo de una semana, me dijeron que Ángel había ingresado el sábado por una broncoaspiración y dejó a Josefina la madrugada del domingo. Me dolió no haber estado allí con ellos y acompañarlos.
Sólo me queda el pensar que el dolor que sintió Josefina por perder a su compañero de vida sería suavizado por amor entre ellos, era tanto, que Ángel se lo había entregado como quien deja un regalo cuando se va a otro lugar y sabe que no regresará.
Y es que las pérdidas, no por esperadas, son menos dolorosas, no por ser de edad avanzada, quien se queda ha de aceptar la perdida mejor, pero eso es materia para otro post…

Enlaces de interés :

Zárate D, Patricia, & Díaz T, Violeta. (2001). Aplicaciones de la musicoterapia en la medicina. Revista médica de Chile129(2), 219-223. https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872001000200015

http://oncologiaintegrativa.org/web/consejos-cuidadores/



Sánchez Guio, T. (2016). Atención y preparación del duelo en familiares de pacientes crónicos terminales: prueba piloto en Zaragoza. RECIEN. Revista Científica de Enfermería, 1(11). doi:https://doi.org/10.14198/recien.2016.11.03










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