dimarts, 15 de maig del 2018

Palabras que callan al dolor.


Conocí a E. la mañana siguiente de haber ingresado desde consultas Externas, para ser intervenido otra vez en menos de quince días. El motivo de aquel ingreso que para nosotros era una “complicación post -quirúrgica, para él significaba que lo que en un principio iba a ser una intervención que le tendría a lo sumo un mes de reposo, se convertía en un diagnóstico que le producía, ansiedad, muchas dudas y con un final incierto. La única certeza era que había entrado al Hospital a visitarse y se quedaba ingresado de nuevo, esta vez sin fecha de salida…
Pasaban los días y la ansiedad pasó a ser preocupación por la evolución, inseguridad por la información que no acababa de ser clara, para acabar entrando en un estado de apatía que le hacía ver todo lo que le rodeaba desde el lado negativo volviéndole el carácter más irritable a ratos.
 Y es entonces cuando familia, amigos y nosotros como profesionales decidimos ser “empáticos” y transmitirles mensajes de ánimos desde nuestro estado de salud.
Hay palabras, frases, preguntas dichas con la honesta intención de consolar y animar, a quien espera desde la incertidumbre, o vive con la enfermedad como compañera, que se dicen de forma frecuente:
- Tranquilo, todo irá bien...
- Animo seguro que pronto se acaba...
- Intenta no pensar ...
- No te preocupes...
- Todo es normal ...
- No va mal, poco a poco...
- Como estas?
- Va todo bien?
- Ya sabemos que es lento, pero hay que tener paciencia.
Y una de las mejores: Piensa que hay quien está peor…
¿Cuántas veces las decimos? seguramente unas cuantas. ¿Cuántas las habré dicho yo? otras cuantas.
¿Y utilizamos la empatía? De verdad nos ponemos en el lugar de quien está ante una situación incierta, a la que no le marcan plazos, que no puede dejar de pensar en su intervención porque un drenaje que destila un olor desagradable se la recuerda a cada momento, que descansar preferiría hacerlo en su casa, que no sabe como está porque pasa del enfado a la tristeza, de la rabia a las ganas de llorar como si en una montaña rusa estuviera…
Y todo ello como en muchas situaciones no solo le afecta a él sino a quien esta en la silla al lado de su cama. Con el paso de los días ella sufre por él y él sufre por ella. Sufrimiento mutuo y compartido que aumenta con el paso de los días…
Ante situaciones de impacto emocional, hemos de acompañar, desarrollar sentimientos de compresión hacia las emociones y el afrontamiento ante el proceso de enfermedad desde nuestro estado de salud.
La empatía no implica ayudar al otro haciéndole ver las cosas bajo nuestra mirada, sino ayudar entendiendo como esa mirada ve las cosas.
Un  miércoles E. llamó por un dolor en la zona del drenaje que le impedía respirar ,algo que ya le había ocurrido en otras ocasiones , cuando fui a su habitación tras mirar sus constantes que estaban dentro de la normalidad, me quedé hablando con él un rato, y allí estuvimos hablando , de su trabajo, había sido optometrista, de cómo conoció a su esposa, siendo ellos muy jóvenes , de sus hijos  y fue entonces cuando me dijo que el viernes celebraban su 44 aniversario de boda y que seria la primera vez que no iban a celebrarlo. Al salir de la habitación E. respiraba bien y rechazó el calmante.
En el pase de visita del jueves, ya se planteó el alta para el lunes o el martes, y no pude evitar explicar a su cirujana lo del aniversario. Aprovechando que estaba su hijo se organizó todo para que el viernes Enrique saliese de permiso unas horas para celebrar con su esposa ese día que para el significaba mucho.
Yo no podía decirle que estuviese tranquilo porque una reintervención siempre alarma.
No podía animarlo a que tuviera paciencia cuando cada día le alargaban el ingreso más y más
No podía hacerle ver que iba lento, pero iba bien porque la lentitud en procesos de salud desespera a quien la vive
Pero sí que podía entender que ese día de aniversario era importante para él, le iba hacer sentir menos enfermo por unas horas, y compartir con su esposa ese momento supondría seguramente una medicina que ninguno le podíamos dar, aunque si facilitar.
Administramos medicación, practicamos curas, realizamos técnicas, porque son necesarias y parte esencial de nuestra tarea asistencial, pero no hemos de quitarle valor al poder de la palabra, muchas veces unos minutos hablando son el mejor analgésico….





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